jueves, 29 de julio de 2010

Día primero, año primero, entrada primera

Escribo esto desde una tarde lluviosa, en una ciudad lejana a aquella que inspiró este pensamiento por primera vez. Aquella ciudad me inspiró, me exhaló, y como la lógica de la supervivencia apunta a suponer, espera por volver a atraerme a sus pulmones de cemento las veces que sea necesario.


Mi abuela, una mujer muy sabia de trenzas de sal, dice que la tierra en la que el cordón umbilical de un recién nacido se queda, es la tierra a la que siempre habrá de regresar, de la que constantemente se seguirán suspiros de nostalgia cuando aquél, ya crecido y arrancado del lugar de nacimiento, tenga siquiera el atrevimiento de pensar en su nombre.


No obstante, mi abuela olvidó mencionar que existen otras tierras que, a pesar de no tener en sus adentros esa parte vital que te alimentó en los primeros días de tu existencia, también tienen la capacidad de formar, conformar, de poner a prueba, y de regresar al incauto al mundo normal. Aunque ya no siendo el mismo.


He llegado a la conclusión de que este tipo de personas, a las que antes me he referido como 'incautos', anda distribuyendo partes de cordón por el mundo, regándose y recogiéndose. Ahora ya soy una de ellos.


En mi estadía por aquella ciudad de la que hablaba, me ha llevado a -además de encogerme y expandirme- conocer a un grupo de incautos que como yo, han tenido la gran suerte de dejar parte de sí en alguna tierra extraña, y de llevarse con ellos un pedazo ya no de cemento, sino de memoria de aquel otro Ente. Un día, simultáneo a veces, ocurrió que platicamos de este sentir en común, y la idea de plasmarlo por escrito surgió como quien enciende una vela en medio de la nada.


Ahora bien, cómo se han sucedido las cosas, es cuestión un tanto burocrática, y posiblemente no sea necesario ponerla de manifiesto. Esto que se ve aquí, es el resultado de pláticas largas, cortas, de diálogos monosilábicos, de mensajes electrónicos, de tiempo invertido y de amistades que como la vela, han surgido de la mera casualidad. Sin embargo, es un esfuerzo conjunto por ejercer la palabra, porque, a final de cuentas, ha sido lo que nos ha ligado.


De esta manera, el banderazo de salida para que este proyecto dé inicio se ve traducido a una sucesión de puntos, de los cuales, periódicamente, alguno de estos incautos que escribe hará lo mejor por escribir su propia experiencia con la pérdida de dicho cordón...

2 comentarios:

DaL dijo...

Jules, tu es sur qu on peut pas mettre des commentaires ?

Julien Côté dijo...

Muy bien arrancado Dalia!
Ahora hay que moverse el "popotin" y escribir.